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SERAFIN J. GARCIA SU VIDA EN VERGARA


Viaje por la tierra de  Serafin J. Garcia
                                                VERGARA -  TEINTA y TRES
            


                                                             

            SERAFIN J. GARCIA
         Algunas anécdotas de su vida en Vergara




En aquella época coseché sin proponérmelo, el material humano, para mi obra futura. Ya entonces empezaba a dolerme, corazón adentro, la tragedia del hombre del pueblo.”. (Sic autobiografía)


 “Aquella época”, que va desde 1908 hasta 1930,   transcurre  su vida en VERGARA,  un pequeño, silencioso y triste pueblo del interior uruguayo en el departamento de Treinta y Tres:   lapso durante el cual Serafín, convive naturalmente, con los personajes de su obra literaria por venir.

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                                                                   VERGARA    

Nací en un  paraje denominado Cañada Grande, en plena campaña del departamento de Treinta y Tres. Fueron mis padres, Serafín García, minuano, y Sofía Correa, treintaitresina, pequeños ganaderos establecidos en la zona. Contaba apenas tres años de edad, cuando mi familia se trasladó a Vergara, pueblo de unos 4.000 habitantes escasos. (Sic Autobiografía)

La localidad de Vergara fue fundada por el brasileño José Fernándes Vergara.


Desde sus comienzos fue conocida como Pueblo del Parao o Caserío del Parao o Parado,  dado que Parao o Parado se denomina el curso de agua que corre a su vera.
Puede considerarse  como fecha de establecimiento,  el 7 de abril de 1891, que es cuando se realiza la primera venta de un terreno a un hacendado vecino de  la tercera sección del departamento -de origen brasileño-  Bernardo Silvera.


La  fecha oficial fundación es el  10 de marzo de 1903 - 12 años después de iniciado el  caserío-  cuando  entra en vigencia la ley 2788 que expresa
.Declárese oficialmente Pueblo con la denominación de     Vergara    a  la agrupación de casas situadas en la  margen derecha del Arroyo Parado; Segunda  Sección Judicial y Policial del Departamento  de Treinta y tres.



Serafín                        EL   ESCOLAR

Allí cursé mis estudios primarios y vi transcurrir mi infancia y mi adolescencia dentro de un marco estrecho y sin perspectiva (Sic autobiografía)

Concurrió a la Escuela Nº 13 de varones, donde ingresó en  1912. 
Tímido, inteligente, de gran memoria, de aspecto formal, poco amigo de los grupos, que dificultan el trabajo del maestro, convivió con otros niños.

 Sus compañeros


Cuando habla de Juan Caraballo  en  CUENTOS Y CRONICAS, nos ilustra claramente sobre la infancia de la época.
“Durante un año, por lo menos, Juan Caraballo compartió conmigo la vetusta banca escolar, llena de rayas y peladuras (...) Era serio y humilde, tímido y dulce. Como ceceaba ostensiblemente  al hablar, algunos condiscípulos bromistas aventuraron un remoquete irónico: “el Dotor”. Pero les falló el propósito, porque a ese apodo se lo tenía bien ganado Fortunato López, en  mérito a sus indiscutibles dotes de lector precoz, que se sabía de memoria capítulos enteros de aquellos novelones de Luis de Val. (....)     Había por lo menos una media docena de muchachos así, apodados entre la chiquillería procedente del “Charco”, toda de pantalón a media canilla, deformes pies al aire y profusión de “mulitas”, en los tobillos y sus adyacencias. Porque el “Charco” era un montón de ranchos olvidados por el pan y el agua. (...) Yo pienso que aquél pobre muchacho tenía razón al no preocuparse de la geometría ni de la gramática. Total,  ¿para que diablos habrían de servirle? Cuando dejara la escuela, seguramente serían sus manos cobrizas, esgrimiendo la pala o el hacha, las que les proporcionarían el pan exiguo. No había otra perspectiva para los niños nacidos en la ranchería sórdida, dejada de la mano de Dios y de los hombres.


Serafín                              EL  MUSICO

A los dieciséis años aprendía solfeo y soplaba el bombardino en una banda civil tan heterogénea, de tal modo reñida con la eufonía, que algún chusco ingenioso, llegó a motejarla de “velorio vacuno”. (Autobiografía)
 
En su encuentro con el escritor treintaitresino Pedro Leandro Ipuche, (PRIMEROS ENCUENTROS), dice: “Recordaba asimismo, que pocos años antes, el padre del poeta, Don Juan B. Ipuche, había sido director de la banda de música del pueblo, de la cual yo era integrante. Y que nunca nos entendimos bien, puesto que él no me permitía tocar el clarinete, en lugar del bombardino que era el instrumento que se me asignara al fundarse aquel grupo musical”.



Banda de música de Vergara (Serafin  de blanco con clarinete en la boca)


El semanario La Juventud  del día  11 de octubre de 1923, informa:
“Desde hoy en adelante todos días festivos,  de las 20.30 a las 22.30, nuestra banda de música local amenizará en la plaza con los acordes de la tradicional retreta.
El Programa para hoy será:  “Balaracline” – Marcha -/ “Pobre Madrecita” – Tango  /“Recuerdo eterno” - Vals sinfónico / “Melenita de oro” – Tango / “Ven minina ven” – Maxixe /“Tus Caprichos” – Tango / “Olinda” - Vals“Hijo mío” – Tango /Marcha final.

Este programa será  dirigido por  Juan B. Ipuche


                                  Serafín                                EL PERODISTA

PERIODICO LA JUVENTUD - 1923 


 Dos  años después, (a los 12 años – 1917)  iniciaba  mi aprendizaje de tipógrafo en una imprentita humilde, con dos “burros” y una destartalada máquina a pedal, donde editábase el único periódico lugareño, sostenido a fuerza de siluetas, sociales, charadas y concursos de belleza,  amén de la chismografía de rigor.

Ya por aquel entonces ofendía a las musas y a la gramática con versos de pretendido acento épico y quejumbrosas elegías de amor, que hicieron lagrimear a más de una solterona romántica. Como solamente habíanme llegado por entonces  Miguel de Zevaco, Carolina Invernizzio y Poisón du Terrail, (en el pueblo los libros eran artículos de lujo), escribía bajo tales influencias y casi “a la minuta”, terroríficos novelones de intriga y de misterio que tuve la fortuna de destruir a tiempo. No así los versos, que habiendo logrado “sitio de honor” en la página literaria del periodiquín, pudieron hurtarse a mi autocrítica posterior, aunque disimulados, felizmente, bajo seudónimos rimbombantes.

El 12 de junio de 1923, publica una “quejumbrosa elegía de amor” en el periódico La Juventud, la que no “disimula” bajo un seudónimo, sino que suscribe con nombre y apellido.  (FRAGMENTO)

UN IMPOSIBLE
Quisiera en el campo tener un ranchito
Mi siempre adorada;
Al lado de un bosque donde se juraran
Amor las torcazas.

En medio del bosque, un dulce arroyuelo
De límpidas aguas;
Donde se bañaran de los sarandíes
Las obscuras ramas.



 Serafín          BIBLIOTECARIO CLUB URUGUAY

  Después, aprovechando la oportunidad que me ofrecía mi cargo de bibliotecario en el club social lugareño, pude leer y releer a mis anchas los clásicos españoles, además de  otros muchos autores famosos  de diversos orígenes. Pero quienes más profunda huella dejaron en mi alma fueron aquellos escritores en quienes estaban vivas la presencia y la verdad del hombre y de la tierra. (Autbiografia)

El 27 de febrero de  1925, toma posesión del cargo de bibliotecario, como integrante de la lista TRABAJO, vencedora en las elecciones del Centro Uruguay, comisión que presidía Vicente Ribero, Leandro Robaina era vice- presidente y Francisco Zito, secretario.   Cargo que abandona el 24 de febrero de 1928.

Gorki y Andreiev, Román Rolland y Barbusse eran a la sazón, los guías de mi espíritu. (Autbiografia)

El 16 de diciembre de 1935 -cuando Serafín ya vivía en Treinta y Tres -el Dr Sciallero mociona para que se ceda el salón de conferencias, para el 18 del siguiente, al escritor Serafín J. García, quien disertará la obra de Henri Barbusse, titulada “El infierno”, contribuyendo con la suma de $ 18.



            Serafín                              EL FUTBOLISTA

     PUNTERO IZQUIERDO EN EL VERGARENSE B     
ENTRE ALA EN LA REVANCHA
El partido
El domingo pasado en movido match midieron sus habilidades deporteriles los cuadros A y B del Vergarense F. Club.
Team A: Romeo Iza, Remigio Lemos, N. Petrocelli, Carlos Zito, Cándido Quintela, Juan López, Solano Lavandera, José y Alberto Alves, Oscar Scarano y Gonzalo Cortinas.
Team B: Aparicio López, Marquitos Baudean, C. Labandeira, Domingo Scarano, Arturito Lecuna, C. Lolo, Esperanza Fernández, Zacarías Lacco, Rogelio Baudean, José y Serafín García.
Resultó ganador el primero de éstos por 3 goals a 1.
                                                              La Juventud. l8 de octubre de l923.
La revancha
En el field del Vergarense, realizose un interesante match entre los teams A y B de dicho club, adjudicándose éste último la palma de los vencedores por 4 goals a 2. 
Team A: E. Senosiaín, B. Lemos, N. Petrocelli, C. Zito, C. Quintela, N. Lacco, T. Cortinas, A. Alves y O. Scarano.
Team B: B. Garrido, M Baudean, Domingo Scarano, S. Labandera, E. Fernández, N. Fabeiro, S. García, N. Sacarías, R. Baudean, S. García y P. López.
 La banda de música con sus armoniosas notas inundó de alegría al field, donde concurrieron numerosas familias. 
                                                                       La Juventud. 25 de octubre de l923.


Serafín             AUTOR Y ACTOR

La Trouppe Vergarense

* El 7 de junio de 1929, un cuadro dramático acuerda realizar 3 veladas.  A beneficio del Centro Uruguay dos de ellas y una a beneficio del Vergarense. Serafín García integraba el elenco que salió a escena el  3 de setiembre. 
* La Trouppe Independiente. El 28 de setiembre de 1930, debutó en el Centro Uruguay este grupo artístico compuesto por vergarenses, con motivo de recaudar fondos para solventar el viaje del Vergarense a Yaguarón, cuya crónica recoge el periódico  El localista.
Dos Fox-trot, una pieza humorística, dos Sainetes, un monólogo, una ranchera,  y la humorada “Adios Ronquete”, en la que participó Serafín como Bebedor, fueron las obras puestas en escena, que versaban sobre el reciente Mundial de Fútbol de 1930 disputado en Montevideo  y las letras fueron  en su gran mayoría escritas por el propio Serafín.

Periódico EL LOCALISTA 1930




                                             Estampas vergarenses     LA DILIGENCIA

 Serafín la vio llegar
 El acontecimiento más importante  para las gentes de mi pueblo natal, allá por la segunda década del siglo, era la llegada de la diligencia. Las gentes lugareñas aguardabanla siempre con la esperanza  de que ella trajera alguna novedad, algún suceso distinto a lo cotidiano, que como tal fuera a romper con la monótona uniformidad de sus vidas sencillas, tranquilas e invariables. Porque la diligencia constituía la más regular y segura forma de contacto con la capital del país y aún con la de cada Departamento que entonces parecían lejanísimos debido a la lentitud y escasez  de los medios de transporte.
Entre los tres vehículos  de ese tipo que unían a Vergara con  Treinta y Tres  y Río Branco, recuerdo muy especialmente uno, que a pesar de llamarse La puntualidad, solía llegar al pueblo con retraso  a veces considerable. Era un altísimo y espacioso coche de cuatro ruedas -pequeñas y lateralmente desplazables las delanteras, grandes y fijas las posteriores - con su carrocería pintada de amarillo fuerte, chillón, que apenas conseguían atenuar los finos ribetes verdes y rojos que le formaban una especie de marco a cada lado. Todavía me parece verla entrar con gran estrépito, por la calle principal del pueblo, y detenerse ante el edificio del Correo, que, como es de imaginar, estaba ubicado frente a la única plaza.
Fragmento  revista El Grillo.

                                         Foto -  Diligencia frente al Correo de Vergara


Estampas vergarenses           SEGUNDO OXLEY


                                                              Segundo Oxley y “Chiquito” Saravia


El viejo Ocle”, le llamaban todos en el pago, con el afán de acriollarle el apellido.
Rudo en la palabra y en el gesto, tajante de franqueza, parecía cerrado a toda expresión suave de la vida; pero bastaba un llamado del dolor, para que su coraza de espinas se ablandara y se abriera en refugio amical su pecho fuerte. Ceñida a su sombrero la divisa Blanca, oyó silbar las moras en muchos de los entreveros fratricidas, bárbaros y heroicos que enlutaron la patria.
Ignoraba el por qué de las topadas gauchas a campo y sol abiertos, cuerpo contra cuerpo, lanza contra lanza, machez contra machez.
Le habían revestido de galas idealistas la monstruosa locura de la guerra. Y es por eso, que muchas veces, ardiendo de coraje, mordió con su tacuara de acerada punta, la carne de otros criollos, como él, guapos y recios.
Pero mas grande que su heroísmo destructor, era su corazón, sencillo y generoso. Y, por eso, en la paz, fue de todos su rancho y su pan de pobre.
Su mano, encallecida en el trabajo, se tendió siempre hacia aquel que precisaba ayuda. Y su nombre fue terror del cuatreraje que asolaba por entonces los campos y empobrecía las noches de sus moradores.
Fuerza y dulzura. Cerno y abrigo. Muchas espinas y mucho corazón.
Tal un coronilla de los montes autóctonos”.
Serafín J. García.  “Estampas del Uruguay”.


 LA  TOTORA
  “La Totora” fue uno de los elementos relacionados con la vida persnal de Serafín, más significativos en lo que sería  su obra literaria. 
“El rancho “La Totora”, que aparece en “Tacuruses” en unas décimas, era el lugar donde yo tenía mis amigos de mate y trasnoche.
Estaba cerca de las viviendas, ya no existe. El dueño de casa era Máximo Ledesma, un viejo vecino de Vergara. El trabajaba algunas veces con el hermano que tenia un hotel. El dueño era un italiano de nombre Lucas Ducatelli y Ledesma lo alquilaba. ¡Era un rancho muy bueno, pero muy bueno!
Mis amigos de ese rancho han desaparecido todos. Tan solo uno sobrevive. El Dr Bolivar Ledesma. El también era de la barra y era uno de los que estaba siempre al firme. Cuando estaba estudiando en Montevideo e iba de vacaciones, día y noche se pasaba en  “La Totora”. Eramos muy pocos, 6 u 8. El “Tito” Viera era otro, un personaje muy curioso, muy pintoresco, de inteligencia muy aguda, observador como nunca vi otro, del detalle humano. Francisco Zito, que le decíamos “Chichila”, era un individuo muy inteligente, con el que teníamos grandes discusiones sobre los temas trascendentes del hombre. Víctor Prigue era otro. Fue el mejor cuentista que conocí, era como un hermano para mí. Era muy ingenioso. Los cuentos fogoneros que andan por ahí en un libro, la mitad por lo menos tienen su origen en pequeños cuentos de Prigue. Era uno de los animadores de las reuniones de aquel rancho”.
En unos versos “de entre casa”, escritos en 1927, cuando aún vivía en Vergara, lamenta la desaparición de “La Totora” debido a los amores de Máximo Ledesma y cuyo texto reproducimos al final de este capítulo.

 

TRISTEZAS

  (A los “totorenses”)

No me nombre la “Totora”, que fue un tiempo  dulce nido
Donde todos saboreamos las delicias del placer,
Y hoy callada y solitaria se parece a un cementerio
De alegrías que murieron para nunca renacer.
--
Hace mucho que sus puertas, se cerraron a la barra
Hace mucho que las manos, no hacen hueco al “cimarrón”
Porque el jefe de la secta de rebeldes indomables,
Como un niño incauto y débil, cayó en brazos del amor.
--
Ya no corta con sus risas, la bohemia muchachada
El silencio perezoso de aquel barrio dormilón
Al reunirse en las “matiadas” de las noches veraniegas,
O en las siestas, a la sombra refrescante del galpón.

Ya no cuenta Priguecito con la chispa inagotable,
Con la clásica viveza que le era familiar,
Las hazañas de tío Eladio, las “ranadas” de don Floro,
Y los cuentos agradables de “Don Burro” y Barragán.

Ya no oímos a “Chichila” comentar exagerando,
Los aumentos y las bajas del vacuno y del lanar,
Ni narrar las aventuras de unos viajes realizados
En un “tren” que su bolsillo no podía soportar.

Ya no se oyen los “rebuznos” del alegre Tito Viera,
Ni las raras carcajadas que soltaba el “Profesor”
Cada vez que se acordaba de la noche en que Bolívar
Por salir silbando un tango, fue a parar al “escuadrón”.

Ya no suenan los acordes, de la “gaita mañasquera”,
Ya no canta mas Patricio, la modinha del “Cus-cu”,
Ya no bebe Tono Zito, “las orgías del amargo”
Ni hace cuentos “Cachivache” de la “Yema” y María Luz.

Ya no altera “Maximino”, la paciencia de “Alabastro”
Con aquellas novias “olvidadas por que si”,
Ya no vemos mas el “Zorro” “embotarse” cuando llueve,
Y decir, por despistarnos, “que tenía que salir”.

Para siempre se acabaron las soberbias ensaladas,
Las mulitas y el “jugoso” que gustaba al “Profesor”
Ya no corren más peligro los que tienen “gallinitas”,
Ni la pobre Amabilina, ni Alvariza, ni Ramón.

No me nombren la Totora, que fue un tiempo dulce nido,
Y tal vez será mañana un recuerdo nada más,
Porque quiso la desgracia que el mas “taita” entre los “taitas”,
Que el mas listos de los listos, se dejara encadenar!

ALABASTRO
Vergara, octubre de 1927.
   

Levantando vuelo

A los 25 años, a fines de 1930, se traslada a la ciudad de Treinta y Tres, con un modesto empleo público en la Jefatura de Policía y allí se casó con Blanca Elma García.
Ya franqueados los veinte años, el apremio económico me llevó a la ciudad de Treinta y Tres, donde me ató a un empleillo burocrático de mala muerte.
Un tío suyo -Modesto Correa- le envía una carta desde Montevideo, el 6 de enero de 1930, refiriéndose al empleo: “Estuvo Esmir por aquí y me aseguró que el puesto para ti era cosa resuelta, así que de un momento a otro estarás empleado y aunque sea en la Jefatura policial, es un camino para mañana; con un poco de fuerza de voluntad podrás conseguirte otra colocación mejor a medida que te preparas y haces prácticas indispensables en todas las cosas de la vida, pues nunca has estado empleado; el primer tiempo te va a costar algo, pero después ya verá que todo marchará.
Allí formé mi hogar con Blanca Elma González, esposa y compañera ejemplar que me ayudó y alentó siempre.
Se casa con ella en 1934.
Después de 6 años de residencia en la capital olimareña, el buen suceso editorial de Tacuruses, nos trajo a ambos a Montevideo, donde estamos radicados desde 1936 y donde el destino me ha permitido realizar el resto de mi obra literaria”.


                                                                         SU OBRA
 Tacuruses,  su  primer libro, producto de sus vivencias vergarenses y olimareñas, el más vendido en el  Uruguay en todos los tiempos, según la Cámara del Libro, uno de los acontecimientos editoriales más brillantes de todas las épocas, alcanzó 17 ediciones.
Nace según Serafín, el 4 de diciembre de 1935, cuando le entregan el primer ejemplar editado. Y al decir de Julio C. Da Rosa,  “fue un insólito barril de pólvora cuyo estallido si tuvo efectos de bomba atómica para el País, es de imaginar el incendio que debió producir en el lejano rincón solariego del autor”.
Después vinieron: EN CARNE VIVA (Cuentos-1937); TIERRA AMARGA (Romances-1938); BURBUJAS (Cuentos-1940); BARRO Y SOL (Cuentos-1941);  PANORAMA DE LA POESIA GAUCHESCA Y NATIVISTA DEL URUGUAY (1941); PANORAMA DEL CUENTO NATIVISTA DEL URUGUAY (1943); ASFALTO (Cuentos-1944); RAIZ Y ALA (Romances-1949);  ROMANCE DE DIONISIO DIAZ (1949);  LAS AVENTURAS DE JUAN EL ZORRO (Fábulas Criollas-1950); AGUA MANSA (1952);  FLECHILLAS (1957);  LOS PARTES DE DON MENCHACA (Humor-1957);  CUENTITOS FOGONEROS (Humor-1958); DIEZ POETAS GAUCHESCOS DEL URUGUAY (1963); EL TOTORAL (Recuerdos de infancia-1966);  NUEVOS CUENTITOS FOGONEROS (Humor-1967);  LOS MEJORES CUENTOS (Anotología-1967); PIQUIN Y CHISPITA (Relato para niños-1968); LEYENDA Y SUPERSTICIONES (1968); BLANQUITA (Recuerdos de infancia-1969); CUENTOS Y CRONICAS (1970); LA VUELTA AL CAMINO (Fábulas criollas-1970); ESTAMPAS URUGUAYAS (1971); SUS MEJORES POEMAS (Antología-1971); PRIMEROS ENCUENTROS (Ensayo-1983.)
Triunfa en 8 concursos literarios nacionales de carácter oficial y 3 particulares; dicta mas de 100 conferencias; colabora en la prensa de Uruguay, Argentina y Brasil; varios de sus trabajos se traducen al francés, al idish, al inglés, italiano y portugués. Obtiene un preciado galardón  con el Libro “Piquín y Chispita”, en el concurso  de Literatura Infantil Universal “Christian Andersen” (bienio 1967-68), realizado en la ciudad italiana de Bologna.
                    
            Fotografía : En Vergara con vecinos cuando edito Tacuruses ( en la ventana de mi escritorio, donde fuera la peluqueria de Roque Barone)


                                                                        Autor    JOSE LUIS CUELLO NUÑEZ
                                                                          jolucue@adinet.com.uy

Fuente - Investigacion propia.
Fotografia :   propia y del Museo Serafin J.Garcia de Vergara

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