SEGUNDO OXLEY - UN GUERRERO
Coronilla de los montes autóctonos
El viejo Ocle”, le llamaban todos en el pago, con el
afán de acriollarle el apellido.
Rudo en la palabra y en el gesto, tajante de
franqueza, parecía cerrado a toda expresión suave de la vida; pero bastaba un
llamado del dolor, para que su coraza de espinas se ablandara y se abriera en
refugio amical su pecho fuerte.
Ceñida a su sombrero la divisa Blanca, oyó silbar las
moras en muchos de los entreveros fratricidas, bárbaros y heroicos que
enlutaron la patria.
Ignoraba el por qué de las topadas gauchas a campo y
sol abiertos, cuerpo contra cuerpo, lanza contra lanza, machez contra machez.
Le habían revestido de galas idealistas la monstruosa
locura de la guerra.
Y es por eso, que muchas veces, ardiendo de coraje,
mordió con su tacuara de acerada punta, la carne de otros criollos, como él,
guapos y recios.
Pero mas grande que su heroísmo destructor, era su
corazón, sencillo y generoso. Y, por eso, en la paz, fue de todos su rancho y
su pan de pobre.
Su mano, encallecida en el trabajo, se tendió siempre
hacia aquel que precisaba ayuda. Y su nombre fue terror del cuatreraje que
asolaba por entonces los campos y empobrecía las noches de sus moradores.
Fuerza y dulzura. Cerno y abrigo. Muchas espinas y
mucho corazón.
Tal un coronilla de los montes autóctonos”.
Serafín
J. García. “Estampas del Uruguay”.
Diario EL
DEBATE
(Reportaje - año 1930)
Reliquia
de los tiempos históricos
En el acervo lleno de glorias del Partido se guardan
aún a pesar del ajetreo de los años y de
las cosas, figuras que encarnan toda una tradición y que se levantan gallardas
e inmutables en el presente. Hombres símbolos, que recogieron en las sierras y
en los valles el grito de rebeldía,
formando en las columnas que se inmolaron por las libertades conculcadas.
Venerables ancianos hoy, que en la edad primera, plena
de fervor partidista, de bravura indómita, quebraron sus lanzas contra los
cuadros mercenarios y restañaron sus heridas con el agua del primer manantial.
Forjadores de toda una epopeya de gloria. Héroes anónimos, apasionados -como
los espartanos - de la libertad, y
dispuestos siempre a dar su vida por la Patria.
Estamos frente a este cruzado de las libertades
republicanas. Modesto, sencillo, nos tiende la mano saludándonos como viejos
camaradas.
Don Segundo Oxley, es un anciano de 85 años, que allá
en Vergara, departamento de Treinta y Tres
deja transcurrir los últimos años de su vida. Soldado de los movimientos
armados, acompañó al Partido en sus cruentas luchas desde la revolución Tricolor de 1870 a 1904.
Su vida-
Comandante, EL DEBATE quiere conocer su vida para ofrecerla como ejemplo de
desinterés y de partidismo a las generaciones nuevas, con estas palabras
entablamos una conversación desordenada, rica en recuerdos históricos.
Timoteo Aparicio - La tricolor
- 1875
- Serví por primera vez en 1870, en la Revolución Tricolor , encabezada por
Timoteo Aparicio. Estaba a las órdenes del coronel Ignacio Mena. Mi juventud, mis entusiasmos,
todos los llevé a esa guerra que fue sangrienta. En el combate de Corralito fui
herido de dos balazos........
-¿Recuerdos?
- El valor denodado de Aparicio, cuya lanza
cimbreante que habría claros en el
enemigo era temida.
Cinco años después vino la Revolución del Quebracho
y me encontró enrolado entre los primeros en las montoneras.
En ese entonces, era mi jefe el coronel Urtubey.
1897
- Batalla de Tupambaé
- Estábamos predestinados a la guerra; no bien nos
reintegramos a nuestras casas el deber nos llamaba a montar a caballo para
seguir al partido. Eran épocas duras; la libertad tenía que conquistarse a fuerza de sangre y a fuerza de sangre
estábamos dispuestos a obtenerla. Como muchos, valientes y enamorados de
nuestra divisa, nos entregamos de lleno y sin retaceos a nuestra causa. Unos le
aportaban su concurso y el de sus hijos,
otros el de sus bienes y haciendas.
¡Aquellos tiempos!
-En la del 97 serví con el grado de Capitán. Llevé a
esa revolución a dos de mis hijos.
En la batalla de Tupambaé, el enemigo exterminó casi
totalmente la columna que mandaba. Fue
ese un combate sangriento, en el que el valor se prodigaba sin medida ni
tasa.
1904- Masoller
Parco al hablar de si mismo, el comandante Oxley
rehusa toda pregunta que le dirigimos a
que nos narre alguna de sus innumerables actuaciones guerreras. A veces
consideramos quebrantados nuestros propósitos ante las evasivas, pero no por
ello desistimos.
Al hablarnos de la batalla de Masoller, se empañan los
ojos de este soldado. Hay un silencio que no nos atrevemos a romper. ¿Por qué
llora el anciano guerrero?
Sacude la cabeza como para ahuyentar el motivo de sus
lágrimas y expresa luego: “Todo nos hacía creer en la victoria amplia, en la
justa liberación. No ocurrió así. Nos batimos en esa batalla con todo denuedo,
borrachos de coraje y de entusiasmo. Allí recibí el sexto balazo que hube de
llevarme. El destino no quiso aprovecharse de esa oportunidad”.
El Clinudo
- Sabemos comandante que usted aprehendió al famoso
matrero el Clinudo; ¿como ocurrió?
-El Clinudo -nos contesta- había alcanzado gran
renombre en los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Rocha y otros,
por sus pendencias robos y muertes, tanto los vecinos como la policía le
temían.
Tenía en ese entonces yo un caballo “gateado”
codiciado y admirado por todos. El Clinudo mandó a uno de los suyos para que se
lo vendiera. Ante mi negativa respondió que me lo iba a “bolear”.
Una tarde después de la siesta, en Rincón de Olivera,
íbamos el comisario Tejería y yo descendiendo una cuchilla, cuando divisamos al
Clinudo. Yo le dije al Comisario que debía perseguirlo; pero se negó. Entonces
yo, a “media rienda” salí tras el matrero que me reconoció por el caballo y nos
empezamos a tirotear. Descargada mi pistola perseguí al bandido, “boleandole”
su caballo a la entrada de un rastrojo. Fue una breve lucha cuerpo a cuerpo en
la que felizmente salí favorecido, pues conseguí manear al “Clinudo” para
entregarlo mas tarde a las autoridades policiales.
-Conocí a Dr. Herrera en l897, en una travesía que me
toco hacer con él desde Sierra del Quebracho al Corral de Piedra. Muy joven,
iba siempre con los pies desnudos, pues el ejército estaba muy pobre. Lo vi
pelear; fue en Tupambaé, en las primeras
filas, su valor contagiaba.
Antecedentes Familiarias
DESDE UN MARINERO INGLÉS HAUCKLEY,
AL GUERRERO BLANCO
SEGUNDO OXLEY *
- Segundo
Oxley u "Ocle" u "Hocles", era nieto por línea paterna de:
Francis Hauckley Groom, nacido en 1788 en Romford, Essex (Inglaterra),
marinero, de pelo rojo, casado con la ciudadana uruguaya Jerónima Arrellaga
Burgués y establecido luego de las invasiones inglesas de 1806, en Barriga
Negra (Lavalleja), donde en primer término cambió su apellido por
"Hocles" y luego, lo hizo por "Oxley".-
Inquieto y
estudioso como era el pelirrojo marinero, del cual se temía que pudiera estar
involucrado con la piratería, se preocupó en estudiar la fauna, la flora y la
geografía del lugar (barriga Negra), habiéndose entrevistado con Charles Darwin
en el año 1832, cuando éste, dando la vuelta al mundo en el "Beagle",
llegó como naturalista a la zona de Minas.-
Dedicado a las tareas pecuarias, en
el año 1856, Francis, aparece con saladero en la zona de San Servando (Cerro
Largo) y por ende como un próspero comerciante.-
Por su parte, su hijo : Doroteo Oxley Arrellaga
(1820-1882), quien se casara en Melo (en 1832) con Severa Medina (fallecida en
1905), fue el padre legítimo de Segundo Oxley Medina, quien nació en 1850
aproximadamente, en la zona del Yerbal (Departamento de Treinta y Tres). Tuvo 8
hermanos, a saber: Lino, Margarita, Fulgencio, Cecilio, Encarnación, Claudia
Eladia, Ceferino y Nicanor.
En el año 1873, cuando ya se había iniciado como
lancero en la revolución de 1870, acompañando a los blancos de Timoteo
Aparicio, se casó en Treinta y Tres, con Juliana Barreto.
Seguiría su periplo
guerrero en 1875, a las órdenes del Coronel Angel Muniz, caudillo blanco de
Cerro Largo, distinguiéndose como aguerrido lancero, cuando la Revolución
Tricolor.
En 1886, cuando la intentona del Quebracho, mediante una estrategia
del General Máximo Santos, llevada a cabo por su primo el Coronel Higinio
Vázquez (Jefe Político de Cerro Largo) lo hicieron mantenerse al margen de la
contienda, conjuntamente con Fortunato Jara, con Timoteo Aparicio y con Justino
Muniz.-
Fue él, quien capturó al famoso matrero "El Clinudo", luego
de un memorable encuentro en la costa del Yerbal, cerca del "Bañado de los
Olivera" (Treinta y Tres).- En 1897, sirvió a las huestes del General
Aparicio Saravia, con el grado de Capitán, junto a dos o tres de sus hijos
(inclusive uno de ellos menor de edad, que a escondidas, lo había seguido por
los campos montado en un petiso).
Luego del Pacto de la Cruz, fue el primer
Comisario de Policía que hubo en Vergara, bajo la Jefatura del Coronel Bernardo
G. Berro y hasta el año 1903.
En 1904, participó como Comandante,
a las órdenes del propio Coronel Berro y estuvo presente en Tupambaé (donde lo
hirieron y le mataron el caballo, mientras sacaba un compañero de la línea de
fuego, que a gritos pedía que no lo degollaran) y en el epílogo de Masoller
(donde nuevamente volvió a ser herido.-
De él, se conoce que convivió con varias
mujeres (entre ellas doña "Nena" Rivero e Isabel Brun) y que según
dicen, llegó a procrear 25 hijos, entre los cuales habían:
Oxley,Rivero,Segovia, López, Brun, etc.
Acerca de él, escribieron:
Eudaldo G. Montes, en
"Estampas Heroicas";
Serafín J. García, en "Estampas
Treintaitresinas";
Cedar Viglietti en "El Clinudo- Un Gaucho
Alzado"
Pedro Leandro Ipuche, en "Fantasmas Tenaces".-
Una
calle de esta localidad, que se extiende desde la Plazoleta Juan Rosas, hasta
la vieja Calle de Las Tropas, lleva su nombre en merecido recuerdo.-
* Crónica de Jorge Carlos Muniz sobre investigación familiar de Victor Oxley
Fotografía Segundo Oxley (izquierda), conjuntamente con el "Chiquito" Saravia (hermano de Aparicio, fallecido el día 19 de marzo de 1897, en la memorable "Carga de Arbolito"- Cerro Largo-)
Pintoresca, sabrosa prosa; llena de destellantes datos mágicos, cubiertos de alma llanera con tintes maduros cargados de ilustraciones que sin imágenes nos trasladan a épocas ya casi desconocidas pero tan reales que, que bueno... están a todo dar.
ResponderEliminarGracias Amador por tus conceptos que motivan para seguir en este camino de rescate de nuestras tradiciones.abrazo
ResponderEliminarMi bisabuelo, Don Pedro Telmo Oxley, cayó muerto de un tiro de las fuerzas gubernistas, en la batalla de Tarariras, Dpto. de Treinta y Tres, en la revolución del '97, sirviendo a Aparicio Saravia.
ResponderEliminarPoseo copia del parte de defunción donde se señala "caído en acción de guerra". Los detalles de esta batalla los señala Lussich (el mismo que escribió "Los tres gauchos orientales", que sirviera de inspiración
a José Hernández para escribir su "Martín Fierro") "Crónicas de la revolución", donde acompaña el alzamiento de Saravia.