Antecedentes:
El 3 de agosto de 1924, el Vergarense F.C. fundado en 1913, pide al Centro Uruguay de Vergara una
contribución mensual para el desarrollo del deporte la que se fija en pesos 2,50 por mes.
El 24 de julio de 1925, con el firme propósito de “hacerle sombra” al
poderoso Vergarense, se crea el C. A.
Peñarol y para empezar en igualdad de condiciones, pide
que el Centro Uruguay se asocie
contribuyendo al progreso del deporte local.
Este también
aporta 2,50 pesos mensuales.
El Peñarol en principio no enfrenta al Vergarense, sino que procura rivales
de fuste para aquilatar su poderío.
El 9 de octubre de 1925, recibe en Vergara al Rodó F.C. de Treinta y Tres; y el 20
de noviembre siguiente recibe al Club Artigas, cooperando el Centro Uruguay con
15 pesos.
Y por si fuera poco, dos días después,
el 22 de noviembre a las 7 de la mañana, llega una delegación del Treinta y Tres F.C.
Mientras tanto crecía la ansiedad
popular, esperando un choque entre Peñarol y Vergarense.
Pero
ocurre algo que debe ser único en la historia del fútbol uruguayo.
El 4 de julio de 1928 el Centro Uruguay recibe una nota del Club Nacional de
Fútbol notificando que el antiguo Peñarol ahora se llamará Nacional y que no
duda continuará con la ayuda económica.
El campeonato
Y el esperado enfrentamiento llegó.
No
solo para de una vez por todas medir fuerzas
en la cancha, sino para que el Centro pudiera rescatar algo de lo
invertido en el deporte.
El 26 de setiembre de 1928 y
para beneficio exclusivo del Centro Uruguay, se arregló entre los
representativos de Nacional y Vergarense, un campeonato de fútbol a 6 puntos.
La copa
de un costo no mayor a 15 pesos, la donaría especialmente el Centro y la
traería Leandro Robaina que estaba en Montevideo.
El Field
Uno de los inconvenientes a salvar era
obtener la cancha apropiada para esos partidos, para que no se redujera la
probable entrada a los mismos.
Gonzáles Soubes en representación del
Centro, fue encargado de entrevistarse con el
Sr. Ferrada y con Francisco Gigena, quien prometió obtener el “field” de
su madre en caso que no se llegara a ninguna conclusión con Ferrada.
El 28 de setiembre, tras la negativa de
Ferrada a que le “trillaran” el campo donde pastoreaban las lecheras, Gigena
informa que su Sra. madre prestaba un predio gratuitamente y que el único gasto
que demandaría sería la demarcación.
La entrada se fijó en pesos 0,30 para
mayores, mujeres pesos 0,15 y 0,10 para menores.
Rial Guerra conseguiría los
bancos de la plaza y contactaría al
carro del Concejo para su traslado.
El costo del asiento se fijó en pesos
0,20 cada uno.
También se contrató guardia policial
para vigilar la entrada.
El encuentro
La organización hasta el último detalle
y la participación de dos rivales que se tenían ganas, prometía una fiesta
futbolística sin precedentes en Vergara.
Sin testigos oculares que pudieran
afirmar haber visto el sensacional choque, buscamos con avidez los resultados y
comentarios en documentos y publicaciones de la época.
Pero cuan grande fue nuestra decepción,
cuando solo encontramos una nota fechada el
9 de noviembre, en la que
Nacional reclama al Centro, se le adjudicaran los puntos del primer partido
porque el Vergarense no se había presentado.
¿Que había pasado?
¿El Vergarense, la escuadra mas temida
de estas márgenes del Parao había “arrugado” ante un rival mas poderoso?
La búsqueda de más información fue
incesante.
Y nos encontramos con otra nota dirigida al Centro Uruguay.
Esta vez del Vergarense, diciendo que no fueron a la cancha porque había
llovido torrencialmente, hasta pocas horas antes del encuentro; que la cancha
estaba imposible y que la finalidad perseguida en el campeonato de arbitrar fondos para el Centro Uruguay, no
se podría cumplir.
Cuando se leyó esta última nota en la
sala de sesiones, estaban presentes el delegado de Nacional, Serafín J. García
y del Vergarense, Marcelino Parra, los que luego de acalorada discusión no
llegaron a ningún acuerdo.
El Centro Uruguay manda los
antecedentes a la Liga de Fútbol de Treinta y Tres para que se expida.
Casi un año después, el 13 de agosto de
1929, intactos aún los resquemores entre los involucrados, llega la ansiada
carta de la Liga de Treinta y Tres, que
ponía fin al pleito:
“Se deje nulo el encuentro en cuestión y fíjese fecha para
nuevo encuentro”.
Con la copa aun esperando dueño en las
vitrinas de la institución organizadora, se busca reflotar el encuentro,
comenzando los contactos con los
contendientes.
Epílogo
Y el final de la historia no podía ser más
acorde con su desarrollo.
El 4 de octubre, Esmir García,
vicepresidente de Nacional, informa que le es imposible cumplir con lo resuelto pues el equipo se
encuentra disuelto.
Y se le adjudican los puntos y la copa al
Vergarense, sin siquiera haber rodado el balón.
Fuente: Libro de sesiones Centro Uruguay de Vergara
esta historia es increible
ResponderEliminar