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UN BANCO PA VERGARA


BANCO REPUBLICA - Primeros pasos
Primera construcción del banco. Dionisio Coronel y J. Ruiz
Razón de ser
L
a campaña nuestra, manantial inagotable de la riqueza nacional, vivía luchando, atenida a sus propias fuerzas, sofocados sus impulsos progresistas, entre tantas otras cosas, por la falta absoluta  de los beneficios del crédito bancario. En los departamentos del interior, mas aun que en Montevideo, al menor apremio, a la mas pequeña dificultad, era preciso sacrificar campos, cosechas, ganados, porque no había adonde acudir, donde encontrar una protección reguladora que contuviese la presión abrumadora de intereses usurarios o de ejecuciones implacables sobre todo del pequeño productor rural, del trabajador o del comerciante. Constituiría un pilar fundamental para el  crecimiento del pueblo, que sufría este problema intensamente, la instalación de un banco, y luego de treinta años de establecido el caserío, era éste un reclamo general, pues por ahí pasaría en gran medida la consolidación del mismo.
Así hace saber la necesidad de una institución bancaria en el medio, una crónica del periódico  La Juventud.
 

UNA FELIZ MAÑANA

Una feliz mañana del año pasado,  con la celeridad con que suelen propagarse las muy buenas o las muy malas noticias, corrió del centro de este pueblo a sus suburbios y viceversa, la versión de que procedente de Montevideo  había llegado a la localidad el Sr. Carlos E Freira, Inspector de Sucursales del Banco República, trayendo la misión de darles una vista o inspección,  al lugar para instalar en él, una agencia. El hecho resultó cierto y tanto, que el expresado señor constituyéndose al edificio que en la Plaza posee el Sr. Francisco Padula y teniendo presente a este, le requirió precio, datos y condiciones para su alquiler e insinuándole la conveniencia de que sobre el particular hiciera su oferta por escrito a la Casa Matriz, cosa que enseguida hizo el Sr. Padula.
Este cúmulo de auspiciosas circunstancias, fundamentó las más halagadoras esperanzas de que en fecha próxima, también nuestro pueblo tendría su Banco, y  por consiguiente todos los beneficios que su presencia nos reportaría. Pero es el caso, que desde aquel entonces hasta hoy ya ha transcurrido un año, con sus respectivos 12 meses, sin que la promisoria iniciativa de aquella mañana haya seguido adelante, y estos son los momentos en que empezamos a suponer que ella fue atacada de encefalitis letárgica y talvez.... murió. Un pueblo como este, de más de 2000 habitantes, enclavado en medio de una basta zona rural de extenso radio, debe ya tener su banco y ello es una necesidad que justifica las múltiples operaciones de su giro y que por no haberlo, se está financiando en lugares muy distintos de aquí. Si bien es verdad que casi todas las semanas y en determinado día, viene un par de horas un empleado de la sucursal Treinta y Tres, pero por la brevedad del tiempo de permanencia acá, y por tratarse de un empleado sub-alterno que solo diligenciará necesidades secundarias del mecanismo bancario no se puede llenar satisfactoriamente, todas las exigencias del servicio que sería de esperarse de la institución si tuviera asiento en la localidad. Y todavía que no apuntamos lo gravecito que resulta de la no venida de aquel empleado en el día en que acostumbra a hacerlo, como sucedió el jueves 9 del actual, en que vinieron a esperarlo los Sres. Eutemio Casas, Alberto Alves, Francisco Zito y otros varios, todos domiciliados a muchas decenas de kilómetros de aquí, y... se pelaron la frente, porque el hombre de la moneda no había venido. Si el Banco de la República cree que hay en este punto, una plaza para el negocio, debe apresurarse a ubicar en él, en forma estable, una dependencia. Esto es lo que de un modo perentorio exige nuestro interés y el interés del mismo Banco, el cual percibirá con ello, efectivas ventajas de orden económico y moral; este último porque cesaría de ofrecernos el quijotesco espectáculo de un semi-banco ambulante con sede en un auto Ford, el cual, después de haber batido en forma victoriosa a lo largo de 50 kilómetros, charcos, arroyos, zanjas, y barrancas, nos llega casi todas las semanas jadeando y cubierto de una densa capa de barro.   
                                                                                  La Juventud. 23 de agosto 1923.

Los pasos siguientes

No hubo arreglo con Francisco Padula por el local y el mismo periódico  en su edición de 25 de octubre de 1923, da cuenta que se firmó entre Banco de la República y Roque Zito un convenio por el cual éste último se compromete a entregar en alquiler a aquel dentro del plazo de 4 meses, el edificio que tiene en construcción sobre la plaza principal del pueblo.
Roque,  había comprado ese terreno el 21 de  noviembre de 1903, siendo casado con Carmen Bonelli.
Ese fue el primer local,   esquina de Dionisio Coronel y Jacinto Ruiz, conocido como  “el banco viejo”, el cual se inauguró el 5 de setiembre de 1926. Posteriormente se construiría el local que ocupa actualmente. Con el afincamiento de un banco,  Vergara y su zona de influencia rural, lograban  un adelanto trascendente,  luego de tener que pasar por  las peripecias que apuntaba la crónica referida de  operaciones bancarias dentro de un auto Ford, aunque conocemos que un jueves por semana se atendía en el hotel Confraternidad.

Una visita escolar

El 29 de octubre de 1927, las clases de 5to y 6to año de la Escuela N° 17, bajo la dirección de la maestra Ana Ximeno de Vítola, visitan la sucursal del Banco de la República, a fin de que los niños quedasen completamente enterados de lo que es esta institución.
Así se expresa la maestra: “Gentilmente fueron atendidos por el Gerente y demás empleados, quienes diéronle explicaciones sobre beneficios del ahorro, habláronle de las alcancías, realizaron trabajos prácticos, redactando giros bancarios contra otras sucursales, efectuaron trámites que siguen las solicitudes de préstamos, redactaron letras de cambio y cheques. El Sr. Gerente, una vez terminada esta misión, hízonos pasar a su domicilio particular para que oyesen la radio y los obsequió con bombones, también hízome entrega de dos alcancías para ser distribuidas como premio entre las clases allí presentes”.




 Fuente: Semanario La Juventud. (AÑO 1923)  Libros Diarios Escuela Nº 17.















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